(*) Publicado en: Bertonatti, C. y J. Corcuera 2000. Situación ambiental Argentina
2000. Fundación Vida Silvestre Argentina
1. Introducción
Mas de diez años después de haber iniciado investigaciones sobre el
uso de distintas especies de la fauna silvestre en la Provincia de Salta, resulta
interesante analizar la importancia de la caza en la economía de la población local y la
actual relación de ésta con el ecosistema del Chaco Salteño Semiárido.
Para cumplir este objetivo, se analizó la información obtenida
mediante entrevistas semiestructuradas a cazadores aborígenes de las etnias Wichi y Toba
(n = 61) y a pastores con hábitos de caza y recolección, conocidos como
"criollos" (n = 47). Las entrevistas se iniciaron en 1998 en la ciudad de Salta,
continuándose durante once viajes de campaña realizados entre Octubre de 1996 y Mayo de
1999, período en el que se visitó treinta y tres parajes de los Departamentos de Anta y
Rivadavia. Los cazadores indicaron las especies capturadas, propósito de la cacería y
precios de cueros, pieles, carne, plumas y huevos (Barbarán, 1999a).
En el caso de los cazadores aborígenes, también se hace referencia a
la efectividad de proyectos de desarrollo que tuvieron como beneficiarias a distintas
comunidades ubicadas en el área de estudio, con el fin de considerar actividades
económicas o alternativas de subsistencia diferentes a la cacería (Barbarán, 1999b). La
importancia de las artesanías en el ingreso de los indígenas también es analizada.
A fin de una mejor comprensión de los procesos y cambios sociales,
económicos y ambientales relacionados con la economía de subsistencia en el Chaco
Semiárido, se realiza el presente análisis desde una perspectiva histórica.
2. Contexto Socio-Económico y Medio Ambiente : Situación
Precolonial y Cambios
Los pueblos agricultores del Chaco se encontraban en la parte alta del
curso del río Bermejo y los llanos del Tucumán y por el Sur a lo largo de los rios
Salado y Dulce; sembraban en los bajos vecinos al río (nivel aterrazado inundable) y
practicaban además la caza, la pesca y la recolección (Saravia Toledo 1985). Las áreas
interfluvio estaban ocupadas por los cazadores-recolectores típicos, es probable que
estos pueblos practicaran alguna agricultura de secano con resultados aleatorios
(Palavecino, 1955).
Según Crudelli citado por Morello (1983) estos grupos tenían una baja
densidad poblacional y eran nómades, correspondiendo aproximadamente 40.000 ha. de
territorio a cada grupo familiar. Una referencia que relaciona la baja densidad
poblacional con la disponibilidad de recursos naturales, es aportada por un sacerdote
jesuita de la conquista: "su modo de vida no consiente que vivan juntos mucho gentío
porque en dos días acabarían con la caza, la pesca y con los frutos, que son los únicos
depósitos que tienen para su subsistencia" (González y Perez, 1972).
Las tecnologías de caza y recolección de los aborígenes,
determinaron distintos impactos sobre el ecosistema: "usaban además de las armas, el
fuego, no solo para cazar sino también para significar que hay novedad y a fines de
reunión" (Aráoz 1885) acciones que significaron el incendio de grandes extensiones
de bosques, aunque esto favorecía al establecimiento de pasturas en las áreas quemadas,
contribuyendo a mantener el típico paisaje original del Chaco Semiárido: un mosaico de
vegetación donde alternaban pasturas con masas boscosas. Las actividades de recolección
favorecieron a su vez la diseminación de especies forestales como los algarrobos Prosopis
sp. lo que es citado por Paucke (1944) y Dobrizhofer (1967) refiriéndose a los
Abipones y a los Mocovíes respectivamente.
El dominio que los indígenas ejercieron sobre el territorio chaqueño
no estableció poblaciones fijas, salvo algunas rancherías sobre los ríos Bermejo y
Pilcomayo en los grupos pescadores y/o agricultores. La entrada de colonos y del ejército
y a lo largo de éstos ríos comienza en la segunda mitad del siglo pasado con la
fundación de la Colonia Rivadavia sobre el Bermejo, continúa con la campaña militar del
Chaco en 1884 y finaliza en 1902 con el establecimiento de la Colonia Buenaventura en 1902
en la margen Sur del Pilcomayo, lo que produce los desplazamientos y sometimientos
definitivos de los grupos indígenas, los cuales quedan como cazadores y recolectores en
las márgenes (Astrada 1902, Fotheringham, 1908; Saravia Toledo, 1987).
A fines del siglo XIX, la aparición del ferrocarril y la iniciación
de la industria azucarera, determinaron el aprovechamiento de los aborígenes como mano de
obra, llegando a trasladarse tribus enteras con la colaboración del ejército, a los
ingenios de Tucumán. Posteriormente la actividad azucarera se expande a las Provincias de
Salta y Jujuy, que atraen grupos aborígenes mediante el sistema de contratistas de
indios.
Los indígenas también se empleaban en los ingenios voluntariamente,
al recibir en pago cuchillos, hachas e incluso escopetas, que los hacían mas eficientes
en la caza y la recolección. Las armas de fuego fueron artículos codiciados porque las
usaban además en los continuos enfrentamientos que mantenían con unidades del ejército,
lo cual es corroborado por diversos autores.
Gobelli (1912) manifestaba que "hasta ahora las armas que los
ingenios y obrajes han dado a los indios les han servido para matar a los oficiales y
soldados del ejército". (Niklison, 1917) destacó las disposiciones prohibitivas del
comercio directo con el indígena, las que eran fiscalizadas por el ejército, "para
que éstos no sean explotados por los comerciantes de tránsito y los ambulantes, quienes
aprovechando la ignorancia y los vicios del indio, le venden o cambian las prendas y otros
efectos con un lucro inicuo, llegando a venderles armas y pertrechos de guerra".
3. Colonización
Del contacto entre aborígenes y blancos, surge un híbrido cultural no
solo de sangre, que conjuga los hábitos de caza y recolección del aborigen con el
pastoralismo de los conquistadores españoles: el criollo o pastor hispano-indígena
dedicado a la cría extensiva de ganado, dependiendo menos de la recolección y la caza.
A principios del siglo XX, los criollos extienden su acción a las
áreas interfluvio, primero entre los ríos Juramento y Bermejo y luego entre el Bermejo y
el Pilcomayo, al introducir la tecnología de construir pozos de agua enmarcados en
madera, provocando la destrucción de renovales de especies forestales por sobrepastoreo,
situación que se da al principio, sobre las márgenes de los cursos de agua permanente
(Saravia Toledo y Del Castillo, 1988).
El criollo a través de su actividad ganadera realizada sin
tecnología, degrada los recursos forrajeros, lo que a su vez lo empobrece en ganado,
situación que lo induce a intensificar la caza y la recolección. Los aborígenes no son
ajenos a este problema, al incorporar la ganadería a su economía de subsistencia
(Baldrich ,1884; Campos, 1888; Krickeberg , 1946).
Además, aborígenes y criollos usan permanentemente el recurso
forestal para obtener postes, madera y leña y derriban árboles o abren huecos en ellos
para obtener miel y aves para el comercio de mascotas, afectando en cantidad y calidad el
hábitat de la fauna silvestre.
3.1. Penetración de la Tecnología y Economía Occidental
El comercio existió entre los distintas parcialidades del Chaco y se
extendió a las poblaciones blancas, pues si bien aquellos cazaban para autoabastecerse,
también mantenían un activo comercio de pieles, una temprana evidencia es aportada por
Sotelo de Narvaez (1582) refiriéndose a los chiriguanos: "estos indios suelen venir
a la tierra de paz y traen cueros de venado y plumas de avestruz y otros de estima y
cueros de unos gatillos de monte buenos para forros y poseen mucha miel y cera".
El comercio se mantiene en la actualidad a través del trueque y la
compra-venta con vendedores ambulantes, pequeños comercios establecidos en la campaña
(boliches) y comercios mayoristas de las poblaciones del interior salteño.
La presión sobre el ambiente a su vez fue acelerada por la entrada del
ferrocarril que transportaba los recursos del Chaco hacia los centros de consumo, en
función de las demandas del mercado.
El ferrocarril, el mercado y la ganadería traen como consecuencia la
intensa explotación de los bosques para obtener madera, leña, durmientes y postes para
alambrado, el sobrepastoreo, la incompatibilidad de la presencia de felinos con la cría
de ganado y la demanda de productos y subproductos de la fauna silvestre (pieles, cueros y
animales vivos).
El sobrepastoreo determina la disminución de las aguadas naturales,
vitales en el Chaco Semiárido en los años secos, pues al desnudarse el suelo se produce
erosión hídrica colmatándose aquellas con los sedimentos transportados, lo que a su vez
acelera la evaporación del agua. Si asociamos esto con los hábitos de caza y
recolección de los aborígenes y criollos y su competencia para apropiarse de los
recursos naturales, se concluye en que la base de subsistencia es dramáticamente
disminuida.
El uso de los recursos naturales sobre el nivel de su tasa de
reposición provoca la pérdida de la calidad y productividad del ecosistema (capital
ambiental) lo que deriva en un paulatino empobrecimiento de la población local.
La consecuencia principal para los aborígenes, es la necesidad de
complementar las actividades de caza y recolección con trabajo asalariado para poder
acceder al consumo de bienes y tecnologías que no producen, incorporándose así a la
economía de mercado. Por este motivo, aborígenes y criollos son el primer eslabón de la
cadena de comercialización de los productos del bosque, actuando como proveedores de
comerciantes y acopiadores, los que a su vez son intermediarios en el sistema.
De esta manera retrocedieron drásticamente las poblaciones de
carpincho Hydrochoeris hydrochaeris y de las dos especies de caimanes Caiman
crocodilus y C. latirostris. que abundaban en el Pilcomayo y el Bermejo, debido al
alto valor de su cuero. Actualmente, a diferencia del carpincho, las poblaciones de Caiman
sp. se están recuperando paulatinamente dado que su cuero ya no tiene demanda de
mercado, lo que confirma que es éste el que rige la cantidad de animales cazados. En el
presente, la escasez de animales silvestres en el Lote Fiscal 55 (principal área de
asentamiento indígena en la Provincia de Salta) los induce a cruzar el río Pilcomayo
para cazar en territorio boliviano o paraguayo.
Si bien podría aceptarse que en un principio existió un relativo
"equilibrio" entre el ecosistema y las actividades de caza y recolección de los
aborígenes, esta relación se fundamentaba en la baja densidad de población, amplia
disponibilidad de tierras, limitada influencia del mercado y tecnologías de caza y
recolección rudimentarias. La inserción de los aborígenes en la economía occidental y
el uso de nuevas tecnologías que facilitaban la caza y la recolección cambiaron por
completo su relación con el medio ambiente.
La economía aborigen no se basa en la acumulación de capital y la
maximización de las utilidades, sino en los requerimientos de consumo del grupo familiar,
por este motivo y sobre todo en épocas recesivas, sufren directamente el impacto
económico al depender del salario, por lo general precario e inestable.
Es por eso que siempre acuden al bosque para subsistir en una
situación oscilante, entre sus hábitos de caza-recolección y el trabajo asalariado,
esto se evidenció durante los períodos de crisis económica (especialmente durante los
períodos hiperinflacionarios que ocurrieron en Argentina entre 1989 y 1990) que los
obligó a depender de la caza y los frutos del monte mas allá de lo habitual, al
limitarse drásticamente las fuentes de trabajo en obrajes y explotaciones agropecuarias.
El sistema económico ubica a los aborígenes como pobres marginales al
constituir una fuente de mano de obra de bajo costo debido a la generación de excedentes
de fuerza de trabajo, con limitadas proyecciones productivas y a la vez proveedora de los
recursos para la subsistencia. Los aborígenes a su vez sufren una creciente aculturación
(debido al peso de las circunstancias) aunque sin perder los elementos culturales propios,
viviendo en un estado de sincretismo crónico (González Arzac et al. 1981).
4. Proyectos de Desarrollo Aborigen
Debido a la ubicación geográfica de las comunidades (área de
frontera) el Gobierno de Salta definió como prioridades la consolidación de población y
la integración de los aborígenes a la sociedad nacional, con el fin de lograr una
asimilación indiferenciada. Se planteó la constitución de un núcleo poblacional,
social y económicamente afianzado, a través del cual se logre irradiar hacia el exterior
"nuestra modalidad nacional de vida, creando simultáneamente defensas
institucionalizadas en contra de la recepción de ideologías extrañas". También se
habla de "vincular a la población chaqueña con el resto de los habitantes de la
provincia y del país, con el reconocimiento de esos pobladores que el Estado toma
conciencia de sus necesidades y procura solucionarlas" (Gobicrno de la Provincia de
Salta, 1972).
La composición aborigen de la población, lo que se da a ambos lados
de la frontera definida por el río Pilcomayo se consideró una vulnerabilidad que se
revertiría con la radicación de colonos blancos y de actividades económicas de
explotación de los recursos naturales del área con políticas de mercado. La
integración se lograría a través de "nuevas pautas de conducta social,
habilidades, destrezas y sistemas de lealtad propias del ser nacional transformándolos en
elementos útiles a la sociedad" (Gobierno de la Provincia de Salta op. cit.).
Teniendo en cuenta estos objetivos y la situación real de los
aborígenes en el Chaco Salteño, se realizó una investigación sobre las causas del
fracaso de las distintas iniciativas de desarrollo que los tuvieron por beneficiarios,
promovidas por el Gobierno de Salta desde 1969, año en que se crea la Dirección
Provincial de Asuntos Indígenas, y la aparición del cólera en Argentina en 1992
(Barbarán, 1999b). Se identificaron en ese estudio 340 iniciativas, de las cuales el
40,89 % no se implementaron; se encontró información presupuestaria en el 32,06 % de los
casos y solo se accedió a 2 evaluaciones correspondientes a proyectos educativos
financiados por el BID.
En el nivel de la definición de objetivos y la planificación, la
investigación citada hace referencia al conflicto ideológico que se plantea entre el
respeto a las pautas culturales de los aborígenes y su desarrollo económico, lo que
podría conciliarse en una posición intermedia, no puede pretenderse por un lado que se
desarrollen y por otro que sigan como están. Se hace necesario entonces definir a que
desarrollo se aspira o redefinir el concepto de desarrollo conjuntamente con los
destinatarios.
La conclusión principal del estudio, fue que los efectos positivos de
los proyectos eran parciales y de alto costo, sin proyección en el largo plazo,
concentrados en actitudes paternalistas y asistencialistas. Solo se proveyó la
posibilidad de subsistir el tiempo de duración de los mismos ya sea por la oferta de
trabajo asalariado, asistencia directa o la venta de artesanías.
Actualmente, la implementación de un proyecto de desarrollo integral
que compatibilizaría la ganadería con la explotación forestal y la caza en el Lote
Fiscal 55, costaría entre U$S 10 y U$S 12 millones, es decir un monto mas o menos
equivalente al ya invertido en el Area Pilcomayo por los Gobiernos Nacional y Provincial,
sin que hasta ahora se haya obtenido resultados, ya que los aborígenes siguen sumergidos
en la miseria.
La decisión de poner en marcha proyectos importantes, está
condicionada por intereses contrapuestos de aborígenes y criollos, al pretender ambos el
dominio de un mismo territorio (Lote Fiscal 55 234.000 ha.- y Lote Fiscal 14
405.000 ha.-) habiendo fallado hasta ahora los intentos de conciliación, aunque
podría capitalizarse la experiencia de Canadá sobre resolución de conflictos vinculados
a reclamos de tierras por aborígenes (Barbarán, 1998).
La situación de indefinición sobre la propiedad de la tierra,
promueve la competencia por el uso y apropiación de los recursos entre los grupos en
pugna sin que existan incentivos para su conservación, dando lugar a la "Tragedia de
Los Comunes" (Hardin, 1968). Sin embargo, el simple otorgamiento de la propiedad de
las áreas reclamadas no resuelve los problemas de pobreza y de uso irracional de los
recursos naturales, si no es acompañada de inversiones en infraestructura mínima para el
manejo de los recursos (como la construcción de alambrados) e inversiones importantes en
asistencia técnica, capacitación e investigación básica y aplicada (Anónimo, 1991;
Rihoy, 1992; Saravia Toledo, 1997).
5. Las Artesanías y su Importancia en el Ingreso de los Indígenas
Las mujeres practican la única actividad que proporciona ingresos a la
economía familiar durante todo el año, confeccionando artesanalmente bolsas de chaguar
blanco Bromelia serra conocidas como "yicas" y en menor medida cintos de
la misma fibra con hebilla de palo santo Bulnesia sarmientoi, además de ocuparse
de las tareas domésticas, el cuidado de los hijos y la recolección.
En 1998, las yicas se trocaron por comida en los almacenes cercanos a
las comunidades por el valor de entre $ 2,80 y 3 por unidad y los cintos a $ 0.50, aunque
un grupo de religiosas de Buenos Aires visitaba Santa Victoria Este una vez al mes,
pagando $ 10 en efectivo por las yicas de mayor calidad.
La mayoría de las tejedoras solo puede confeccionar una sola bolsa por
día si dedica todo su tiempo a esa labor, motivo por el cual generalmente no dedican mas
de medio día a las actividades de recolección de frutos.
Actualmente, las mujeres deben alejarse cada vez mas para recolectar
chaguar: las que viven cerca de Santa Victoria Este deben buscarlo mas de 30 Km. al W
sobre la ruta provincial nº 54, trasladándose en camionetas del municipio, que organiza
periódicamente viajes con ese fin. La movilidad de las recolectoras, indica el impacto de
esta actividad sobre los recursos disponibles: "las mujeres en el lapso de un mes
recorren los cuatro puntos cardinales en su tarea de recolección, hasta la distancia de
un día desde los asentamientos" (Palavecino, op. cit.).
Aunque numerosas propuestas de desarrollo promueven hasta el presente
la producción de artesanías, no se prestó atención a la conservación de la fuente de
recolección de fibras vegetales, la que es simplemente consumida por los aborígenes
(Barbarán, 1999b).
Otros componentes de la oferta de artesanías son los collares y
cinturones de semillas unidas con hilos de chaguar, por los que reciben entre $ 0,10 y $ 1
. La confección de estas piezas, de delicado diseño y que pueden llevar varios cientos
de semillas, también insume mucho tiempo de trabajo.
Si se analiza el ingreso por artesanías con relación a lo que percibe
una empleada doméstica por hora en la ciudad de Salta ($ 2), a lo que se suman los
servicios sociales a los que pueden acceder en la ciudad (costo de oportunidad) se
concluye en que la emigración es una seria alternativa. Los ingresos que perciben no
alcanzan para cubrir sus necesidades básicas, a pesar de que prefieren abastecerse de
alimentos en la frontera boliviana, favorecidos por el cambio de moneda.
6. Importancia Económica Actual de la Caza de Subsistencia
La sedentarización de la población indígena y la asistencia que
provee el Gobierno y distintas ONG, provocó el aumento de la población indígena, por lo
que las fuentes de caza y recolección, ya de por si disminuidas por la degradación
ambiental, son insuficientes para la subsistencia, es así que la desnutrición infantil
promedio, para niños menores de 5 años es de un 30 % en el Lote fiscal 55 (Torres et.
al., 1999).
Los indígenas que viven sobre las márgenes de los ríos, actualmente
tienen como ingresos principales los que reciben por la venta de pescado y en el caso de
los "montaraces" (poblaciones alejadas del río), la venta de artesanías. El
trabajo asalariado ocasional, la asistencia directa y las iniciativas de desarrollo
promovidas por el Gobierno, instituciones filantrópicas o por distintas grupos religiosos
que actúan en la zona, siguen en importancia a los medios principales de vida, además de
la recolección principalmente de frutos de algarrobo, mistol Zizyphus mistol y
chañar Geoffroea decorticans, entre Noviembre y Febrero (Barbarán, 1999c).
El comercio de cueros silvestres y de mascotas, aunque puede ser
importante, tiene un peso relativo en el ingreso debido a su carácter estacional (la
recolección de pichones de loros Amazona aestiva y la caza de la iguana Tupinambis
sp. tienen lugar en verano) y la oscilación de la demanda en el mercado
internacional, lo que provocó que las distintas especies de zorros, felinos y yacarés
dejaran de cazarse con fines comerciales, para hacerlo con fines de control por los daños
que estas especies provocan al ganado y a otros animales domésticos.
El comercio de mascotas se encuentra reducido por el mismo motivo,
aunque genera ingresos interesantes en áreas reducidas, donde se desarrolla el Proyecto
Elé, que promueve el uso sostenible del loro hablador (Banchs y Moschione, 1994; 1996).
La comercialización de la iguana cobró auge en el área Pilcomayo, debido a la
recomposición del precio a los cazadores durante la temporada 98/99 ($ 5). El cuero de
carpincho alcanzó a pagarse $ 10 por unidad en Santa Victoria Este, aunque el número
capturado no es alto, debido al retroceso de sus poblaciones. Los pecaríes se cazan
principalmente para obtener carne, siendo el cuero un producto secundario actualmente con
demanda reducida al mercado local.
El uso desordenado de los recursos naturales y su demanda en el
mercado, influyó directamente sobre la disponibilidad de hábitat para la fauna silvestre
en el Chaco Semiárido, afectando negativamente a las especies que necesitan buena
cobertura boscosa, como la corzuela Mazama guazoubira y los pecaríes
(principalmente Pecari tajacu), pero beneficiando a las que incrementan por el
sobrepastoreo y por la disponibilidad de pequeños superficies cultivadas con granos, como
es el caso de las vizcachas Lagostomus maximus, conejo de los palos Pedilolagus
salinicola y las palomas que se alimentan de granos: Zenaida auriculata y Columba
picazuro (Tabla nº 1).
El conejo y diversas especies de armadillos, palomas y las charatas Ortalis
canicolis, son los principales recursos alimenticios provenientes de la caza en la
actualidad. Aunque los alimentos envasados ofrecidos por los comerciantes tienen una
importancia creciente en la dieta, el pescado es el alimento mas importante en las
poblaciones indígenas ribereñas.
6.1. La caza de Subsistencia Como Figura Legal
Debería tenerse en cuenta que la caza de subsistencia no está
contemplada en la ley provincial 5513, de conservación de la fauna (Gobierno de la
Provincia de Salta, 1984). De acuerdo a esta ley, actualmente todos los habitantes del
Chaco Salteño viven en la ilegalidad, por cuanto solo es lícito cazar las especies
habilitadas.
En la tabla nº 1 se indica un total de 45 especies usadas por los
pobladores del Chaco Semiárido: 5 reptiles, 17 aves y 23 mamíferos, de estos últimos,
10 se cazan principalmente con fines de control al ser percibidos como plaga. Esto supera
ampliamente el número de especies habilitadas en 1997 y 1998 para caza deportiva en toda
la provincia: 6 aves y 5 mamíferos, de las cuales el chumuco Phalacrocorax olivaceus
no tiene valor comercial ni alimenticio y la perdiz común Nothura maculosa
prácticamente no existe en el área de estudio debido a la eliminación de pastizales por
sobrepastoreo, tampoco se detectó la presencia de la liebre europea Lepus europaeus,
ni fue mencionada por los cazadores entrevistados.
La ley tal como está redactada, pone énfasis en la protección de los
animales, sin considerar las necesidades de los pobres, en consecuencia, se propone
habilitar la caza de subsistencia y la recolección de productos o subproductos de las
especies mas comúnmente usadas con fines alimenticios, por parte de las poblaciones
indígenas y criollas, dándoles prioridad de uso en relación con los cazadores
deportivos, en el caso de las especies que también estén habilitadas con este fin
(Barbarán, 1999c).
6.2. Los Aborígenes Manejan la Fauna ?
Aunque los aborígenes conocen la historia natural de las distintas
especies de la fauna silvestre, esto no implica que sepan como administrarla Redford
(1991). Por otra parte, Gordillo (1993) después de su amplia experiencia en Formosa
estudiando a los Tobas, enfatiza que el ecologismo tiene mas que ver con la cultura del
capitalismo avanzado, preocupada por sus propias catástrofes ambientales, que por la
cultura de los grupos cazadores-recolectores
Algunos antropólogos y grupos ambientalistas, sostienen que los
indígenas "manejan" la fauna regulando la cantidad de piezas cazadas, lo que
estaría asociado a motivos espirituales y religiosos, específicamente a la asociación
entre los cazadores y "los dueños de los animales", espíritus que además de
decidir su suerte en la actividad, les provocarían enfermedades e incluso la muerte si
capturan animales en exceso (Wallis, com.pers.). Según Gordillo y Porini (1999) esta
creencia no se corresponde con la realidad, ya que el verdadero mandato de "los
dueños" es no desperdiciar el producto de la cacería, sin que existan límites de
cantidad, lo que por otra parte fue confirmado en esta investigación a través de
testimonios de cazadores recogidos en San Luis , Pozo del Tigre y Alto La Sierra.
Ante el argumento de que los aborígenes solo cazan lo que necesitan,
lo que a su vez es una forma indirecta de regular la cosecha de fauna silvestre, se impone
el hecho de que son consumidores de bienes y tecnologías que ellos no producen, a los que
solo pueden acceder a través del intercambio de artesanías, productos del monte o dinero
en efectivo. De esta manera, los indígenas siguen cazando lo que necesitan, para acceder
al consumo de herramientas, alimentos, etc., que incorporaron a su vida diaria y que son
producidos por la sociedad circundante.
Durante la caza y la pesca, el número de piezas obtenidas, depende
además de las necesidades de autoconsumo, de la demanda del mercado, la técnica
utilizada en cada caso y el esfuerzo de captura. Esto en épocas prehispánicas no
ocurría debido a que los indígenas tenían baja densidad poblacional, las tecnologías
de caza eran rudimentarias y no existía influencia del mercado (Morello, op. cit.).
Posteriormente el uso de microtecnologías, como las armas de hierro, les permitió
acceder a los recursos del bosque en forma mas rápida y eficiente.
7. Conclusiones
Aborígenes y criollos se empobrecen como consecuencia directa de la
degradación del ecosistema, siendo el sobrepastoreo el problema principal. Al no contar
con fuentes de ingresos permanentes y suficientes para cubrir sus necesidades básicas,
los pobladores pueden incurrir en actividades ilegales como la extracción de postes de
bosques fiscales sin autorización e inclusive el contrabando. En este marco, el Estado
juega un papel importante en la asistencia alimentaria directa a través de distintos
programas principalmente destinados a niños en edad escolar (comedores escolares) y
ancianos, aunque no llega a cubrir todas las necesidades.
Romper este círculo de degradación ambiental y pobreza no es un
problema que se pueda solucionar implementando solamente proyectos de manejo de fauna y
actividades de recolección, sino que debe abordarse mediante la implementación de
proyectos de desarrollo que incrementen los ingresos de la población local usando
integralmente el ecosistema en forma sostenible, tratando de compatibilizar la ganadería,
el aprovechamiento del bosque y la caza.
Actualmente el horizonte es poco claro para la población local, lo que
va mas allá del futuro de la fauna como recurso, situación esta que además se agrava
por la debilidad de las instituciones gubernamentales encargadas de su administración. A
pesar que estos organismos fueron creados para hacer cumplir leyes que velan por el uso
racional de los recursos naturales, estos continuaron degradándose como si no hubieran
existido ni las leyes, ni las agencias encargadas de hacerlas cumplir
La asociación entre las agencias del gobierno y ONG prestigiosas que
no estén sujetas a vaivenes políticos, posibilitaría definir objetivos ecológica y
económicamente viables, aunque hasta ahora prevalecen las iniciativas individuales, que
actúan como paliativo temporal de la pobreza de los habitantes del Chaco Salteño.
8. Agradecimientos
Las tareas de investigación relacionadas con este artículo fueron
parcialmente financiadas por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (PIA 7158), el Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Salta
(Proyecto 602) y por la Fundación para el Desarrollo del Chaco (FUDECHA). Cristóbal
Wallis (Iglesia Anglicana), compartió generosamente sus conocimientos en antropología.
La amabilidad de Claudio Bertonatti (Fundación Vida Silvestre Argentina), permitió
comunicar esta contribución al conocimiento del Chaco Semiárido.
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Comunicaciones Personales
Hugo Vallejo: Proyecto de Emprendimientos Productivos Para el
Desarrollo Local Secretaría de Desarrollo Social; Belgrano 1349 (4400); Salta, Argentina
Tabla Nº 1: Especies de la fauna con valor alimenticio
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