INTRODUCCIÓN.
Desde hace varios años se viene proponiendo concebir al
municipio como un nivel destacado de gestión ambiental (Tomassi, C. 1993:431), pero
lamentablemente en la práctica esto no ha sido así.
Aunque la realidad nos muestra un camino difícil para los
municipios, la descentralización que se está viviendo en la actualidad representa una
posibilidad importante para que los municipios recuperen la autonomía local. El
problema radica en que este proceso es visto desde el gobierno nacional como una forma de
reducir gastos, con lo cual se asignan funciones a los municipios sin otorgarles el apoyo
económico necesario. De todas formas, según Borja (1987) "la descentralización
permitiría (...) mayor control y participación populares en la actuación de las
administraciones públicas".
En este artículo se plantea la gestión municipal, pero
básicamente en el ámbito ambiental. Aspecto que en general la mayoría de los municipios
han descuidado por diferentes razones. La gestión ambiental municipal, debe
necesariamente basarse, para alcanzar un cierto nivel de éxito, en la participación
social. La participación de los diferentes actores involucrados en la gestión ambiental
municipal constituye un aspecto estructural y permanente dentro de las políticas de
gestión ambiental, confiriendo legitimidad y sostenibilidad a las acciones municipales.
A partir de esto, el municipio debe actuar sobre la base de un
objetivo educativo (ejemplo: educación ambiental), y sobre objetivos de orden
administrativo (ejemplo: planificación territorial).
A partir de lo expresado, se establece una propuesta de abordaje
del plan de Gestión ambiental para la ciudad de Tandil (Provincia de Buenos Aires),
teniendo en cuenta su realidad ambiental, similar en esencia a la de muchos municipios
bonaerenses.
LA GESTIÓN LOCAL: EL MUNICIPIO.
En los últimos años el desarrollo local se ha convertido en la
estrategia de desarrollo territorial dominante. Ha quedado atrás la época en que la
economía era una cuestión que solo afectaba a las decisiones de la administración
central del Estado, y los administradores locales sólo "debían" gestionar los
servicios públicos así como corregir los impactos espaciales y urbanísticos de las
actividades económicas.
Los actuales procesos de descentralización representan la
posibilidad de que los municipios recuperen la racionalidad en la decisión local, aunque
la descentralización de las decisiones a veces no este acompañada de la asignación
correspondiente de recursos para llevar adelante la tarea asignada.
La consecuencia evidente de estos procesos de descentralización
se apoyo en antecedentes históricos, donde los municipios y ciudades sobre todo de
mediano y pequeño tamaño contenían instituciones débiles, con poca capacidad de
incidencia en la vida de sus comunidades. La descentralización se gesto en un marco en el
que los municipios poseían un modo de gestión y funcionamiento que carecía de los
medios necesarios para cumplir eficazmente su misión. La falta de información les ha
impedido a muchos municipios elaborar un diagnóstico para proyectar su plan de acción y
adecuación a las nuevas demandas.
La dotación de un poder de decisión mayor en el ámbito local,
no se acompaño con la recualificación de personal y la preparación adecuada para
desarrollar otras áreas dentro de las funciones tradicionales como es la capacidad
creativa. Un sistema descentralizado apoyado sobre un clientelismo político se apoya
sobre criterios de selección que en muchas ocasiones dejan librado al azar la idoneidad
de los que ocupan los cargos.
Como se señalara anteriormente los municipios carecen de
recursos financieros y económicos suficientes debido a la centralización de la
recaudación por parte del Estado. La demanda de subsidios consiguientemente genera una
relación de dependencia que le limitan en ocasiones el poder de acción. El resultado es
que el porcentaje destinado para inversiones suele ser muy escaso, porque hay que cubrir
las demandas de la gestión y mantenimiento de la estructura básica.
En otros términos el proceso de descentralización encontró a
los municipios frente a la inexistencia de planes reguladores, legislación en general,
etc. Esto les resultaba en un obstáculo para propuestas de planificación más
innovadoras o superadoras y en algunos casos suponía un mayor periodo de reacomodamiento
ante la situación de cambio.
Algo más general parece ser el punto central de la discusión,
muchos analistas sostienen que los municipios latinoamericanos, en general, tienen
dificultades para percibir la posibilidad de ejercer ese nuevo rol frente a los desafíos
del nuevo desarrollo. Salvo excepciones no cuentan con equipos técnicos capaces de
proponer y llevar adelante iniciativas concertadas de desarrollo. En ocasiones se
presentan situaciones de superposición de competencias o deslinde de ellas entre el
municipio y la provincia. Esto se traslada a la comunidad en general, con una
organización social débil, una tendencia individualista, desintegrada.
Este marco de descentralización que pareciera dar visos
desalentadores se va ajustando cada vez más y hay municipios que han podido sortear los
obstáculos y encontrar una salida. En algunos, la capacidad de los recursos que han
podido conseguir ha sido puesta en el fortalecimiento institucional. Otros han adoptado
fuertes mecanismos participativos, para dotarse de fortaleza a partir de la sociedad
civil, implicando a las poblaciones en el tratamiento de los problemas y en sus eventuales
soluciones. Tal vez, integrar estos mecanismos en el marco de los actuales modelos de
Planificación Estratégica, sea la fórmula más completa que se pueda proponer.
Ahora bien, trasladando todo esto a la gestión municipal puede
sostenerse que: hoy los objetivos son más amplios, pragmáticos, y los instrumentos y
acciones no sólo tratan de resolver problemas concretos, sino que le dan mayor
importancia a la competitividad y a la difusión de las innovaciones. Se apuesta por
formas flexibles de organización, que puedan asumir los cambios del mercado y permanecer
en él.
La crisis gestada a partir del aumento en los costes de
producción y la reducción de la capacidad competitiva de las regiones y localidades
afecta al sistema territorial en general. La descentralización funcional, el aumento de
la subcontratación y la expansión de los servicios a las empresas introduce nuevas
alteraciones en los sistemas productivos y redefinición de los actores responsables. La
clave esta en la capacidad de los municipios de asumir la tasa de innovación regional, la
cualificación de los recursos humanos, la capacidad innovadora y emprendedora de las
empresas, la flexibilidad de las organizaciones empresariales e institucionales y su
integración al nivel de empresas, entre ciudades, en redes competitivas e innovadoras.
Ya es indudable que de una u otra manera los municipios intentan
asumir esos cambios, impulsando políticas encaminadas a solucionar los problemas que
presentan la reestructuración productiva. No obstante esto, muchos de ellos están
gestando políticas sectoriales en respuesta a problemáticas concretas pero que carecen
de una visión integral y de una estrategia mayor a mediano y largo plazo. Es cierto que
es urgente reorientar las inversiones y estimular el crecimiento de iniciativas locales y
el empleo, pero también se requiere de un proceso de cambio estructural. Se utilizan los
factores internos y externos y se promueve el surgimiento y la expansión del potencial de
desarrollo de la localidad.
La estrategia de desarrollo local se basa en una aproximación
territorial del desarrollo regional en donde la historia productiva de cada localidad y
los recursos locales condicionan el proceso de cambio y crecimiento y las soluciones al
reordenamiento interno que deben asumir.
Para ello y en pos del desarrollo local hay que definir los
objetivos claves de la gestión municipal, en donde necesariamente se pauten las
herramientas para conseguirlos. Esto es importante ya que muchos municipios sostienen como
prioritario la reactivación económica para, a partir de esto, desarrollar las políticas
sociales, e incluso ambientales. Desde otro ángulo se sostiene que es necesario ser
objetivos suponiendo que sin reactivación no hay salida para otros conflictos, no
obstante, la visión estratégica elabora un cierto número de caminos posibles en donde
cuestiones claves como el medio ambiente y calidad de vida son contemplados de antemano.
Teniendo en cuenta lo anterior es posible sostener que más
allá de cualquier descentralización, las economías locales y regionales están
integradas en el sistema económico nacional e internacional y sus estrategias deben estar
planificadas sobre esto. No obstante las acciones se proponen sobre la base del
territorio, desde donde se coordina el cambio y las acciones a seguir.
El Prof. A. Vázquez Barquero sostiene que los municipios deben
considerar el modelo del pentágono: Hardware, Software, Orgware, Finware
y Ecoware.
El hardware del desarrollo local está formado por las
infraestructuras que sirven de base a los procesos de cambio estructural y que son
instrumentos indispensables para el funcionamiento del sistema productivo (redes de
transporte, infraestructuras). El software del desarrollo local se compone por los
factores que son necesarios para el crecimiento y tiene un carácter inmaterial (la
cualificación, el saber hacer). El orgware es la capacidad de organizar que existe en el
municipio y permite dar una respuesta eficaz a los desafíos que presenta la
competitividad. Incluye la capacidad de asociarse para gestar el cambio. El finware esta
formado por el conjunto de instrumentos financieros que se utilizan para el desarrollo
estratégico de un territorio. El ecoware del desarrollo consiste en el conjunto de
instrumentos que organizan el uso adecuado de los recursos naturales existentes. Todas las
acciones dirigidas a detener el deterioro del medio ambiente y proteger la calidad de los
recursos naturales.
Esta clasificación requiere, desde nuestro punto de vista, no
sólo de una articulación integrada sino de una estructura mayor que la contenga y parte
de los objetivos para los que estén formulados. Cada municipio requiere un tratamiento
específico y la utilización de los instrumentos adecuados para resolver sus problemas,
una gestión particular que pueda apoyarse sobre supuestos fundamentales.
LA GESTIÓN AMBIENTAL MUNICIPAL Y LAS POLÍTICAS MEDIOAMBIENTALES.
Teniendo en cuenta lo anterior se abre aquí un paréntesis para
tratar particularmente la gestión del ambiente que el municipio lleva a cabo (o debería
llevar a cabo) y que en definitiva se convierte en un eje transversal de las políticas
sectoriales y de la gestión de la Planificación Estratégica en todos los ordenes.
Cuando planteamos el tema de la gestión ambiental municipal,
deben aclararse dos cuestiones, la primera es que la dinámica del medio ambiente muy
difícilmente limita sus flujos de materia y energía a los límites administrativos de un
municipio, esto obliga a coordinar necesariamente las políticas, elaboradas a escala
municipal con las provinciales y/o nacionales. Y por otro lado, no todos los municipios
tienen las mismas características, mientras que municipios de área metropolitanas son
totalmente (o prácticamente) urbanos, otros poseen extensas zonas rurales. Teniendo en
cuenta esto, el municipio puede verse condicionado en su accionar por razones de índole
natural o político-administrativo.
De todas maneras, y a pesar de lo planteado, el municipio posee
competencias y autonomías suficientes para resolver o minimizar las problemáticas
ambientales.
Ahora bien que se entiende por gestión ambiental municipal:
la gestión supone el proceso de dirigir, conducir u orientar los recursos humanos,
técnicos y financieros de una determinada institución para conseguir el logro de sus
objetivos en un determinado período de tiempo.
En tal sentido la gestión municipal puede ser entendida como la
acción de gobernar, porque en ella intervienen elementos técnicos de gestión, pero
también del arte de la política, de adecuarse a las demandas e intereses complejos de la
población. Los elementos que la componen se desglosan en aspectos legales e
institucionales, aspectos tecnológicos; instrumentos operativos de manejo y control,
aspectos tecnológicos; aspectos económicos y los vinculados a la formación de una
conciencia ambiental en la población (información, educación, capacitación y
difusión).
Por otra parte, la gestión o gobierno municipal debe entenderse
además como un proceso que, de manera gradual y en constante desarrollo, enfrenta fases
sucesivas en que deben realizarse distintas actividades.
Esta gestión se implementa a través de políticas, estas son
aquellos instrumentos de la gestión que permiten una adecuada toma de decisiones para la
conducción de una institución. Para evitar que las decisiones se tomen de manera
caprichosa se elaboran las políticas, de manera organizada y sistemática para que, en la
medida de lo posible, respondan de manera adecuada a las necesidades reales de la
población y el municipio. Las políticas son el punto de partida. Se deben organizar las
decisiones sobre los asuntos ambientales. Conocer qué es lo que queremos y porqué lo
queremos.
Las estrategias, en cambio, son también decisiones, pero ya no
sobre el objetivo, sino sobre la manera de alcanzar a ese objetivo.
Desde el punto de vista institucional la gestión ambiental,
vista desde la descentralización municipal implica incluso nuevas formas jurídicas y
nuevos mecanismos institucionales aptos para la gestión. Se requieren cambios en las
instancias operativas de coordinación para el diseño, implemento del seguimiento de
acciones. Para ello se parte de la necesidad de un diseño consensuado, de estrategias y
metodologías de acercamiento a los distintos temas. El punto clave es el consenso y la
coordinación, como un desafío intersectorial y ambiental, e incluso intermunicipal.
La gestión ambiental no puede ser considerada ni como un sector
ni como un componente aislado de la gestión municipal en general, sino como una
componente integral de ella que, mediante su vocación articuladora se consolida y
fortalece a sí misma, y al conjunto de la capacidad institucional del municipio.
La gestión ambiental municipal debe intentar corregir la
percepción errónea de la población, de que los problemas ambientales están
distanciados en el tiempo y en el espacio de nuestra vida cotidiana. Para ello debe
apoyarse sobre la clara concepción de quienes la diseñan de que esto es así, de que lo
ambiental requiere un marco de acción y participación general en donde la percepción de
la importancia de esto es fundamental.
Cuando planteamos el consenso y la coordinación, no solo debe
establecerse entre diferentes municipios o entre las distintas secciones componentes de
una Municipalidad. Es necesaria la participación de la sociedad local.
La participación de los diferentes actores involucrados en la
gestión ambiental municipal (es decir toda la sociedad) constituye un aspecto estructural
y permanente dentro de las políticas de gestión ambiental. La participación confiere
legitimidad y sostenibilidad a las acciones municipales. Sobre este punto ampliaremos en
el siguiente apartado.
LA PARTICIPACIÓN SOCIAL: UNA HERRAMIENTA BÁSICA PARA EL CONTROL DE LA GESTIÓN
PÚBLICA Y LA ELABORACIÓN DE POLÍTICAS.
La creciente concienciación ambiental ha alentado a todos los
sectores de la sociedad a intentar tomar parte en aquellos problemas del medio ambiente
que les compete.
En toda gestión ambiental existe una condición que establece
que sin la participación de la comunidad no hay gestión verdadera. Esta participación
de los diferentes sectores de la producción, de asociaciones intermedias, organizaciones
no gubernamentales, la comunidad, los profesionales, debe asegurarse en todo proceso de
implementación de las políticas de desarrollo, desde el diseño hasta el seguimiento.
Ello indudablemente va depender de la información disponible,
de los estudios posibles y de la educación ambiental que la comunidad tenga. Es en este
contexto local es importante considerar el grado de sensibilidad de la población
afectada, que surge además, de la convivencia con el problema. Las mismas suelen conocer
claramente el contenido de sus demandas y necesidades y se movilizan en torno a esto, o
requieren ser movilizadas para generar un proyecto que los involucre.
Pero cuando la relación entre problemas y población no es tan
directa o simplemente visualizable, el nivel de pertenencia de información o de
educación al respecto, resulta indispensable para exigir al decisor político, las
medidas adecuadas, o para evaluar las propuestas que surgen del poder administrador.
En definitiva, y como única herramienta que permitirá en el
futuro reconocer soluciones adecuadas, surge el vinculado establecimiento de un verdadero
sistema de información y a la actualización del nivel educativo de la población, para
lo cual todos los esfuerzos son pocos, tanto en la educación formal, como no formal.
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos decir que en forma
general existen dos modelos básicos de municipio, en uno se asume que alguien sabe lo que
la sociedad necesita y esta admite pasivamente la situación, reservándose a lo sumo un
espacio para la crítica; la democracia se ejerce sólo con la emisión de un voto, este
lamentablemente predomina en nuestro país. En el otro la democracia se ejerce
espontáneamente proponiendo, ejecutando y controlando. Los que asumen los roles
representativos, poseen pruebas cotidianas del interés comunitario, por el grado de
satisfacción demostrado ante las acciones que ejecutan. (Tommasi, C. 1993:33). De este
modo, el medio más efectivo de organizar el proceso de gestión del desarrollo atendiendo
integralmente a los diferentes aspectos asociados, es el ejercicio de una profunda
democracia participativa. Este último modelo debería ser generalizado, pero dada su
complejidad y las deficiencias a nivel municipal (incluso en términos burocráticos) es
relegado constantemente.
La participación, como práctica generalizada de gestión para
la satisfacción de los intereses sociales, no ha logrado ser concretada exitosamente
salvo en cuestiones experimentales de reducido alcance. Tal vez la desmovilización social
provocada por años de censura haya contribuido a este problema. O quizá se han propuesto
modelos demasiado ambiciosos, copiados de realidades europeas o norteamericanas en donde
el acercamiento entre la sociedad civil y el poder político es distinto.
En materia de gestión ambiental, es decir de la gestión del
ambiente en que la sociedad se desenvuelve, el municipio es un eslabón necesario pero que
aparece aún poco gravitante.
La participación es una herramienta única y excluyente para el
ejercicio del control de la gestión pública, especialmente en acciones relacionadas con
el medio ambiente. La calidad del ambiente no puede ser solamente reflejada mediante un
índice de contaminación, de forestación o de incremento de cloacas, la calidad del
ambiente ha de medirse más ajustadamente por el grado de satisfacción de la población,
por su estado sanitario o por el estado productivo y de conservación de los recursos
naturales.
La sociedad toda, con representación del conjunto de los grupos
que la integran, es la única capaz de efectuar el control de gestión que refleje
armónicamente la complejidad del ambiente. Ello sólo se alcanza mediante la
participación democrática.
Según Enrique Clemente Cubillas "para que una sociedad
empiece a demandar y, por tanto, a conseguir calidad ambiental, se necesitan dos
condiciones..., una cultura democrática sólida y arraigada que permita la expresión
pública de esa demanda de calidad ambiental de vida sin represiones por parte del poder
político, y un suficiente nivel de crecimiento económico medido en términos contables
de alto producto interior bruto y de renta per cápita también elevada".
Respecto al primer punto, estamos totalmente de acuerdo, respeto
al segundo no tanto. Si bien es necesario cubrir las necesidades básicas para cada
ciudadano, no podemos seguir condicionando la protección del medio ambiente al
crecimiento económico, pues en realidad la degradación y sobreexplotación de los
recursos naturales repercute de todas formas en la sociedad. Lo que se necesita es un
cambio cultural hacia el medio ambiente. Aún aquellas sociedades pobres (a los ojos
occidentales) mantienen una protección del ambiente elevada, pues reconocen en él, su
propia supervivencia. La idea no es no utilizar los recursos naturales, sino utilizarlos
racionalmente.
Es necesario compatibilizar la denominada solidaridad
intergeneracional (como aquel modo de desarrollo capaz de satisfacer las necesidades de la
generación presente sin comprometer la posibilidad de las generaciones futuras), con las
decisiones políticas cortoplacistas.
Pero este trabajo no pretende sentar un debate en torno a la
sostenibilidad global, ni al crecimiento económico que genera consumo y desvirtualiza lo
ambiental. Eso queda para otra esfera de la que uno debe participar pero que no se discute
aquí. La propuesta es, en este marco de acción, frente a esta situación global y local
es necesario plantear algunos caminos a seguir, cual es la mejor manera de avanzar sin
arrepentimientos, éticos, morales y socioecónomicos. Al menos desde nuestro lugar ¿qué
podemos hacer para contribuir con esa armonía, vivir en esa y de esa armonía?, ¿Qué
mecanismos están a nuestro alcance a pesar de que no exista una receta?
En este planteo la participación social en materia ambiental
parece encontrar algunas oportunidades. En ella, la percepción de la población define un
mapa de prioridades ambientales que debe ser construido empleando instrumentos propios de
las ciencias sociales. Relevar las prioridades de la comunidad permite ir construyendo un
vínculo necesario entre las acciones públicas y privadas. A partir del respeto a esa
percepción de la población, esta pasa a ser gestora de su propio espacio vital.
La percepción de la población debe ser considerada en dos
aspectos, por un lado, como se señalo, respecto al medio ambiente y por otro, y para
gestar una marco de participación, respecto al poder político. En la medida en la
población considere que no sirve aunar esfuerzo con el gobierno municipal, porque este no
le dará respuestas, no habrá participación. Este es uno de los principales problemas de
los municipios argentinos en la actualidad, el descreimiento de la sociedad civil de las
autoridades y responsables de un plan de gobierno.
Este respeto hacia el rol de los actores locales debe
manifestarse mediante la generación de alternativas organizativas directamente vinculadas
a la implementación de los proyectos, de lo contrario, esa iniciativa se expresa como una
critica válida pero carente de poder transformador, y por lo tanto parasitaria.
Las instituciones municipales deben identificar a los actores
sociales capaces de iniciativa, de brindar información y apoyo técnico y de acompañar
en la gestión de los proyectos a las organizaciones locales generadas en torno a sus
representantes naturales, espontáneos y a los proyectos oficialmente respaldados.
Es necesario elaborar programas de sensibilización, de
información, de difusión y de educación ambiental. Estos programas educativos tienen
que tener una fundamental dimensión práctica y tienen que educar civilmente a la
población en un comportamiento ambiental, individual y colectivo, respetuoso con la
naturaleza, tienen que educar de forma práctica en la solidaridad, en la necesidad de
asociarse y de contribuir a la creación y al mantenimiento de los servicios y
equipamientos de promoción ambiental.
Un caso de ciudad ecológica, es la consolidación del modelo
ecológico de Curitiba, que ha sido posible gracias a más de 25 años de desarrollo de un
nuevo proyecto urbano, promovido por un amplio equipo multidisciplinar de arquitectos,
urbanistas, ingenieros, economistas, abogados, sociólogos, historiadores y otros
técnicos. Además de la reorganización del sistema de transporte público, la
generación de espacios verdes (de 0,5 m2/hab. a 50 m2/hab. en los últimos 20 años),
reconversión del centro histórico, etc. El logro social básico conseguido durante estos
años ha sido el de la educación ambiental, promoviendo que una ciudad modesta transforme
totalmente sus hábitos y que sus habitantes se consideren corresponsables del
funcionamiento de la ciudad.
En cuanto a la planificación territorial, toda región, ciudad
o municipio debe contar con una planificación básica de las tendencias de distribución
de los diferentes tipos de uso del territorio, expresando limitaciones a la degradación
del medio natural, optimizando el uso de los servicios básicos, potenciando el desarrollo
económico, expresando el ideal colectivo.
La temática de los marcos participativos implica
movimientos generados a partir de la identificación de un problema. Los grupos o
movimientos que se forman poseen una voluntad defensiva, y una conciencia de equidad en
donde entretejen relaciones, debates y discusiones entre actores sociales responsables y
"damnificados". Las comunidades saben distinguir sus problemas directos y
cruciales y partir de allí optar, por ejemplo ante la aceptación o rechazo de una
determinada localización industrial. Para ello requieren información que les permita
reconocer las ventajas de desventajas de las decisiones que están tomando.
Indudablemente no vasta con la voluntad de participar, hay que
poseer las técnicas adecuadas, tanto como para percibir los problemas como para articular
democráticamente las posturas de los sujetos afectados y para modelar vías de
gestión/solución. Tanto la participación de los actores sociales como su organización
demanda el manejo de determinadas metodologías, algo que permita articular la expresión
de dichos sujetos con los especialistas y también con los decisores, en un plano
democrático y no jerárquico, es decir, en una plano que solo se garantiza a través de
metodologías especialmente orientadas a favorecer la socialización plena de los
conocimientos.
ALGUNAS PROPUESTAS PARA UN PLAN DE ACCIÓN AMBIENTAL LOCAL EN EL MUNICIPIO DE
TANDIL. (PROVINCIA DE BUENOS AIRES).
El Municipio de Tandil posee su ciudad cabecera ubicada
aproximadamente a 300 Km de la Capital Federal, en el sudeste de la Provincia de Buenos
Aires, es una de las ciudades intermedias (comprendidas entre
50.000 y 500.000 hab. que tuvieron un mayor crecimiento demográfico en los dos últimos
periodos censales, reteniendo su propio crecimiento demográfico y atrayendo grupos
migratorios de localidades vecinas) que esta creciendo en la actualidad.
Este crecimiento poblacional, junto a los cambios sociales y económicos nacionales e
internacionales, hacen necesario el planteamiento de un Plan de acción concreto que
establezca las bases para el desarrollo futuro.
Como muchos municipios Tandil posee una serie de problemáticas
asociadas a la búsqueda de alternativas de reconversión productiva, que pueda hacer
frente a la crisis del sector industrial metalmecánico y a un sector agrícola-ganadero
que sufre los vaivenes de la política económica (con el incremento de los impuestos,
falta de líneas crediticias y la caída en los precios de los productos). Por otra parte,
pero asociado a lo anterior se asume un crecimiento de las actividades del sector
terciario (comercio y servicios) y el crecimiento de la ciudad, con las demandas que
genera.
Enumerar los problemas del Municipio de Tandil en relación con
el medio ambiente puede significar la puntualización de casos concretos vinculados a
gestión de residuos, saneamiento de cursos y espejos de agua, contaminación industrial
por crecimiento de la ciudad en áreas industriales o habilitación de las mismas en
áreas con usos incompatibles, etc. No obstante en éste trabajo se pretende destacar
otros aspectos de las problemáticas ambientales del municipio, que hacen a la Gestión
del mismo.
Teniendo en cuenta lo anterior se hace evidente la necesidad de:
Generar en el poder político del municipio la conciencia de
la necesidad del cuidado del medio ambiente: esto es fundamental dado que hasta la
actualidad el municipio no ha incorporado la dimensión ambiental. Incluso en el marco de
la red de ciudades que están debatiendo sobre la Planificación Estratégica. A nivel
gubernamental los temas del medio ambiente aparecen desarticulados en las secretarias que
de alguna u otra manera lo gestionan, por legislación, etc. La subsecretaria de
medioambiente no posee ningún plan de acción, ni personal calificado. Si el municipio no
reconoce ni percibe el medio ambiente como un área prioritaria.... ¿cómo va a
gestionarlo?. La planificación se realiza en cuanto operación concreta y viable, sólo
en la medida que exista la posibilidad de procesar los datos, la percepción de la
necesidad y dirección de un cambio de situación, y el diseño de una serie de
acciones necesarias para salir de esa situación. No se puede trabajar sobre lo que no se
considera importante, prioritario. A la vez el municipio desconoce que implica lo
ambiental y probablemente supone que no posee problemas graves, para que valga la pena
destinar esfuerzos hacia eso.
Financiamiento: una de las utopías del medio ambiente es
suponer que todo se puede hacer, para eso es necesario ser realistas y encarar los
desafíos desde lo concreto. La financiación que la municipalidad ponga a disposición de
la gestión ambiental condiciona el tipo de plan, su tamaño y la urgencia de buscar
mecanismos de financiación que escapen al ámbito gubernamental, incluso al ámbito
local. Este eslabón condiciona muchas veces lo que pueda ocurrir después, pero esta
íntimamente ligado con la percepción que se tenga de la importancia del equilibrio
medioambiental. Tandil como muchos municipios esta sufriendo un recorte presupuestario que
lo deja desequilibrado para asumir un plan completo, como se desearía. No obstante pueden
redireccionarse algunos de los fondos y dar prioridad a este eje.
Incorporar la dimensión ambiental a nivel institucional en
la Municipalidad: a partir de la incorporación de la gestión ambiental como una
necesidad y de la capacidad económica del municipio, es importante revisar cual es la
necesaria incorporación en la estructura gubernamental. Quienes y en que jerarquía
serán responsables de su coordinación en Tandil. Para ello es necesario reconocer la
transversalidad de la gestión ambiental y su necesaria transdisciplinariedad.
Análisis interno desde una visón estratégica: teniendo
en cuenta esto es necesario destinar recursos para hacer una análisis estratégico que
permita elaborar un diagnóstico y una propuesta eficiente. Para ello se propone una
metodología que resalte las fortalezas y oportunidades que posee el municipio y la
identificación de las amenazas y debilidades que hay minimizar y revertir. Para ello es
necesario una visión integral y a partir de allí la construcción de escenarios futuros,
dada las posibilidades reales.
Análisis externo: las mejores oportunidades son
intrínsecamente atractivas y es necesario desarrollar actuaciones que exploten su
potencial. Las peores oportunidades son aquellas que poseen un atractivo bajo aún
desde la comunidad y tienen poco probabilidad de éxito. Las oportunidades moderadas, son
aquellas que observan o un alto atractivo o alta probabilidad de éxito, pero no son
aceptadas. Deben ser supervisadas y debatidas.
Análisis externo: las amenazas son retos impuestos por
una tendencia o acontecimiento del entorno desfavorable, que pueden perjudicar las
decisiones que se tomen. Las amenazas mayores son aquellas que pueden dañar
seriamente a un lugar y tienen alta probabilidad de ocurrencia Para esto es necesario
preparar un plan de contingencia que anticipe los efectos. Las amenazas menores: son
aquellas con una baja probabilidad de ocurrencia y que no dañarían seriamente al
municipio. Pueden ser ignoradas de acuerdo a los recursos con que se cuente. Las amenazas
moderadas son aquellas que presentan un alto potencial de daño o bien una alta
probabilidad de ocurrencia, pero no ambas cosas. Deben ser vigiladas.
Todo esto implica conocer internamente lo que se gestiona sus
fortalezas y debilidades. Deben tenerse en cuenta una serie de consideraciones que
ayudan a centrar el esfuerzo del diagnóstico y a la de detectar los resultados más
relevantes del mismo. Concretamente, una ciudad no tiene que corregir todas sus
debilidades ni potenciar todos sus puntos fuertes, ya que algunos de los atributos
analizados pueden ser poco relevantes para alcanzar los mencionados requisitos de
equilibrio ambiental, competitividad y habitabilidad. En su lugar el municipio debe
profundizar en aquellos aspectos positivos y negativos, que más pueden afectar al
equilibrio ambiental. Atributos importantes en los cuales la ciudad obtiene un
rendimiento bajo, aquí se requiere un mejora crítica. Atributos importantes en
los cuales la ciudad es fuerte, por los que hay que mantener el esfuerzo. Así
se establece un diagnóstico donde se puede observar, las problemáticas más débiles del
municipio que son las prioritarias.
Indudablemente este Análisis DAFO (debilidades, amenazas,
fortalezas y oportunidades) que se ha aplicado a otros ámbitos requiere de un ajuste en
materia de política ambiental y de mecanismos de participación comunitaria.
Elevar la dimensión ambiental desde organizaciones
vecinales: como se señalara anteriormente la percepción de la importancia de lo
ambiental a nivel ciudadano será lo que los motive a ejercer su democracia participativa.
En la medida en que reciban una educación ambiental, formal o no formal que les despierte
las inquietudes. En Tandil la participación vecinal es escasa, pero existe, sobre todo en
situaciones puntuales de reclamo por daños en la calidad de vida, por contaminación
industrial, o por perdida de calidad visual. Etc. Esto hay que afianzarlo sobre todo en
barrios de escasos recursos económicos donde se registran los mayores problemas y los
menores niveles de participación.
Generar ámbitos de discusión con representación de todos
los grupos sociales: indudablememte es el objetivo fundamental, no obstante esto suele
ser muy complicado. En el caso de Tandil existe la Multisectorial, que es una comisión
que trabaja sobre diferentes temáticas, pero que no posee representación significativa
en términos ambientales. Es necesario proponer un ámbito de discusión peor para ello
hay que saber a quien convocar y que tratar. Es necesaria una política ambiental.
Teniendo en cuenta todo esto, un Plan de Acción Ambiental Local
representa un esfuerzo común del municipio para proyectar el futuro hacia un desarrollo
sostenible a medio y largo plazo, mediante un consenso pactado por el conjunto de la
colectividad local.
Este Plan requiere tanto la participación de la administración
local como de los diversos sectores de la comunidad local. Es un proceso que anima la
intervención democrática y favorece una amplia participación con el fin de desarrollar
las actividades establecidas y conseguir, mantener y mejorar los objetivos marcados hacia
la sostenibilidad para la vía del consenso y cooperación ciudadana.
Iniciar un Plan de Acción Ambiental Local para Tandil supone
proyectar el Municipio, de acuerdo como quiere la propia comunidad que sea su futuro,
dentro del marco de la sostenibilidad, estableciendo una estrategia local. Esta estrategia
tendría que incluir en síntesis:
- Una visión clara de la situación social, medioambiental y económica actual
específica del Municipio de Tandil, en relación con los aspectos involucrados.
- Un conjunto de objetivos claros y específicos desde el gobierno local.
- Un plan de Acción, que constituirá el núcleo de la estrategia y tendrá las
acciones especificas a seguir.
Un Plan de Acción Ambiental Local (así como lo plantea la
Agenda 21 Local, surgida de la Agenda 21) es un proceso que:
Involucra a toda la población de un municipio en el diseño
de una forma de vida y en definitiva de una calidad de vida.
Tiene que integrar los aspectos sociales, medioambientales y
económicos de la comunidad. Esto es sumamente difícil, pero imprescindible para poder
conseguir decisiones realistas. Por esto es necesaria la participación de los diferentes
grupos, en un mismo plano, de la comunidad en la consideración de los efectos que cada
proyecto, política o acción pueden tener en la sociedad, el medio ambiente y la
economía local.
Por integrar a los diferentes sectores sociales, es altamente
democrático, y potenciador de políticas de consenso, que busca reforzar el rol de los
diferentes grupos de la sociedad.
Por último, es una condición fundamental, que la
administración local y la comunidad trabajen juntos. Pero para instaurar un Plan de
Acción Ambiental Local es necesario el fortalecimiento eficiente de las instituciones
para la gestión ambientalmente sustentable y socialmente equitativa de los recursos
naturales, y esto requiere de un proceso que comprende etapas vinculadas al aumento
sustantivo de la información necesaria para la toma de decisiones, al mejoramiento de la
capacidad de evaluación y ejecución de programas de desarrollo regional y al
fortalecimiento de organismos de educación, capacitación e investigación.
Lo expresado anteriormente resulta ser el eje central de la
Gestión Ambiental, pero la propuesta concreta apunta a determinar algo que generalmente
ocurre al releer estas reflexiones: todos estamos de acuerdo en mayor o menor medida, pero
¿cómo se implementa? ¿cómo podemos, los que vemos estas ausencias y desequilibrios,
aportar algo concreto cuando no estamos en la mesa de debate?
Para el caso de Tandil la propuesta principal radica en dos
posibilidades:
1) Presentar las inquietudes al municipio intentando
iniciar un camino donde se incorpore la dimensión ambiental. En algún punto se requiere
que desde el municipio sé de una apertura hacia este debate propuesto por profesionales,
o las mismas ONG. Si el municipio esta abierto a la posibilidad de incorporar esto se
requiere trabajar en la capacitación de quienes están en la administración municipal a
nivel general (dado el carácter interdisciplinario de lo ambiental) en términos de
gestión ambiental. Si el municipio hace "oídos sordos" a esta propuesta real
de acercamiento a las cuestiones ambientales prioritarias en lo local, no se puede pensar
en que esa sea la vía. No estaremos en condiciones de generar la oferta.
2) Presentar las inquietudes a las unidades menores de
gestión participativa a nivel barrial, como un mecanismo de educación no
formal, que además de fortalecer sus vínculos los acerque a su realidad ambiental. Esto
permite que se comprenda el concepto de lo ambiental, se trabaje sobre las problemáticas
puntuales, se generen lazos y a partir del asesoramiento las comunidades reclamen al
municipio una resolución de sus problemáticas y una gestión ambiental. De ser así
estaremos iniciando el proceso desde la demanda. Y probablemente el municipio a
partir de allí considere relevante incorporar la dimensión ambiental en su estrategia.
Estos dos caminos pueden ser paralelos, aunque si uno puede
organizar con el municipio los mecanismos idóneos para el análisis del diagnóstico y de
los métodos de participación a nivel sectorial, y posteriormente abrirlos a la sociedad
civil, probablemente este acelerando los instrumentos de acción. Si uno puede hacer
educación no formal con los que nos representan ellos mismos tomarán con mayor inquietud
la transformación.
En términos gráficos puede señalarse sencillamente la
siguiente aproximación que pretende sintetizar lo expresado y dejar abierta la
incorporación de todos lo elementos posibles para dicho análisis. En nuestro caso se
parte del supuesto de que la gestión ambiental no esta incorporada en la realidad. En
caso contrario probablemente se justifique directamente realizar un análisis del estado
de situación de esa gestión que permita revisar las ventajas y desventajas y los
mecanismos para incorporar la participación o para revitalizarla.
CONCLUSIÓN.
A modo de conclusión, podemos decir que el panorama presentado
en Tandil, muy semejante a otros municipios de nuestro país, es la visión de un
municipio en donde las iniciativas de la población son escasas y poco consideradas y no
existe un plan de gestión ambiental.
Es necesaria una propuesta de incorporación de lo ambiental en
el marco de los actuales modelos de descentralización y con los recursos económicos con
los que cuenta el municipio.
Hemos abordado los aspectos que hacen a la viabilidad misma de
la participación, enfatizando la necesidad de advertir, reconocer y aceptar la
multiplicidad de percepciones subjetivas sobre una eventual problemática y sobre la
gestión ambiental en sí.
Es necesaria la articulación de instancias y ámbitos que
favorezcan tal situación de confrontación como elemento sustancial de negociaciones,
acuerdos, mediaciones o arbitrajes en los que en esencia debería basarse la gestión del
ambiente.
En términos concretos se presentan dos posibilidades para un
municipio como Tandil en materia de política ambiental. Dos posibilidades que nacen del
interrogante de ¿qué ocurre con la gestión ambiental del municipio?. Una es la vía
directa de los representantes, la otra de los representados. Si ninguna de las dos
posibilidades abren caminos, no nos queda más que pensar donde están las fortalezas y
debilidades, las amenazas y oportunidades de nuestro trabajo y nuestra propuesta y a
partir de allí rediseñarla. Al menos si queremos que lo que la investigación y la
Universidad hacen, exceda los limites físicos y académicos y sea útil a esa sociedad de
la que somos parte.
BIBLIOGRAFÍA.
AROCENA, JOSÉ, El desarrollo local un desafío
contemporáneo. Ed. Nueva Sociedad. CLAEH. Universidad Católica del Uruguay. 1995.
BOISIER, SERGIO. "Los escenarios del desarrollo
descentralizado en América Latina". ILPES. Santiago de Chile. 1994.
BORJA, JORDI. Manual de gestión municipal democrática.
Instituto de Estudios de Administración Local. Madrid - Barcelona. 1987.
CORTES, JORGE (Coord.) La gestión ambiental y el estado
local. ILDIS. CERES. FACES.UMSS. Bolivia. 1996.
CUBILLAS, CLEMENTE. "Política medioambiental y
municipio". En Desarrollo local- medio ambiente en zonas desfavorecidas. MOPT.
Monografías de la Secretaría del Estado. España. 1992.
DE MATTOS, CARLOS. "La descentralización. ¿Una nueva
panacea para impulsar el desarrollo local?. ILPES. Santiago de Chile. 1989.
FERNANDEZ, R. et al. "Capitulo 1. Políticas
urbanas y desarrollo sustentable". En Territorio, Sociedad y Desarrollo
Sustentable. Bs. As. Espacio. 1999.
MONTANER, JOSEP M. "El modelo Curitiba: movilidad y
espacios verdes". Ecología Política. Nº 17. 1999.
PIREZ, PEDRO. Coparticipación federal y descentralización
del Estado. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. 1986.
RODRIGUEZ VILLASANTE, TOMAS. "Descentralización
administrativa o ciudadanía popular". En América Latina Hoy, 2º época, Nº 6.
Madrid, Julio de 1993.
TOMMASI, CESAR O. "Administración local del
ambiente". En GOIN, F. y GOÑI, R. Elementos de políticas ambiental. Honorable
Cámara de Diputados. 1993.
VAZQUEZ BARQUERO, ANTONIO. "Desarrollo local y
flexibilidad en la acumulación y regulación del capital". Ponencia en el
seminario Iniciativa local y desarrollo. CLAEH - IDES - Fundación Pablo Iglesias.
Montevideo. 1991.